Soy todo lo que siempre he querido ser y nunca pude.
Soy la exclamación de todos mis problemas.
La bombilla fundida de la habitación más oscura de mi casa.
La canción favorita de cualquier oído sordo.
Soy el fracaso de mis inquietudes.
Soy el baúl del mejor de mis recuerdos.
Pero sobre todo soy el silencio que se rompe en la pausa de
un “te quiero”. Las legañas de tus ojos tras una noche interminable. Soy tu lado
izquierdo de la cama. Soy todo lo que siempre quisiste ser y no pudiste. Soy todo
en lo que nunca te fijaste; el poema que no leíste,
la puerta que no
cerraste.
Eme.
No tiene desperdicio. La grandeza de lo sencillo.
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