Nosotros

Tan malditos por las letras como perdidos por ellas. Eme, Anna, Ársepa, Adela, Negro. Tienes permiso para ahondar en nuestra alma, en nuestros miedos. Conócenos.

lunes, 23 de marzo de 2015

Ojos ciegos

Te he estado buscando para que me cures las heridas y por fin te encontré. Por fin encontré la cura que no me sabe a miedo, la que me hace respirar, sentir y sonreír.
He estado buscando tu mirada en este frío invierno. Estaba ahí. Estabas ahí.
Mis ojos lloraban por dentro y no dejaban salir ni una sola lágrima. Te esperaban. Era solo eso, mis ojos te esperaban como la primera vez, como la primera vez que la tierra dio un giro y te tuve delante de mí.
Mis ojos dicen que no era tristeza, sino miedo, miedo de que dejaras de mirarlos y de desearlos. Tenían miedo, el mismo miedo que puede tener una niña pequeña al sentir oscura su habitación o el miedo que sienten los drogadictos cuando no tienen nada para saciar ese mismo miedo.
Ya empieza la primavera. El miedo se va desvaneciendo. Mis ojos creen en ti, te desean e intentan mirar fijamente los tuyos.
La luz de tus ojos no delatan y tus labios mediante una sonrisa me lo vuelven a demostrar.


Es una tremenda pena que a veces nuestros ojos permanezcan ciegos. 





                                                                                 Anna

lunes, 9 de febrero de 2015

Nuestro, intenso y eterno, sexo

Goce probarte húmedo y ligero, erizado y celestial, disfrutarte con detenimiento, tu furtiva piel abismal, agasajarte sin tapujos, en tu espalda mi festejo personal. Verano ficticio en nuestra lasciva pompa, controlado invernadero (tu lengua sol, mi boca cultivo), invierno y lluvia nuestro sudor, nuestra saliva enternecida. En un vaivén terrenal, como barca en el mar, piernas en tensión, temblor ocasional, ganas y pasión. Gusto probarte desnudo en mi pecho, respirando tu perfume de miel y tentación, por mis venas sofocadas y mis vellos exaltados, mis rubores infinitos.

Comía tu cuello, 
a veces, 
tu piel despuntada.



















Ársepa

jueves, 8 de enero de 2015

Bonita trinchera tu espalda

Moriremos de éxtasis entre velas y sonrisas abrumadas. Seremos la envidia de los que aman con pudor, con miedo, con celos. Nos mirarán con vergüenza selectiva, mientras, nosotros, desgarrándonos las bocas, enlazando manos ebrias de pasión, demostraremos que somos energía, una bomba atómica, una oración en futuro, una flor en permanente primavera. Viviremos sin barreras, en un campo de batalla constante, haciendo la guerra en la cama, luchando con rubores y vino... Entenderemos la lluvia como un juego de mantas y cariño, las noches como una suerte del destino, por eso de tener tu corazón en mi espalda, en mi pecho, en mi alma, tu ritmo, tu pulso, tu boca en mi cuello. Pasaremos tanta vida entre sueños y felicidad que no querremos más futuro; pausar esta maravilla, este pecado, para quedarme con tu sonrisa y tus ojeras matutinas, tus bostezos y tus cosquillas nocturnas. Quedarme contigo, ahora, para siempre, mirándonos todo y nada, sintiendo más de lo que creí que existía. El ahora para mañana, pasado mañana, para el día que batallemos en nuestra última guerra, que rebosemos de tanta sana agonía.


Ársepa 

jueves, 1 de enero de 2015

Tú, mi mayor debilidad

No siento frío si es entre tus brazos. Siento adrenalina en las noches frías donde tu cuerpo es mi abrigo y tu boca mi debilidad. Bendita debilidad. Esa que hizo que hoy, a dos grados bajo cero, no tenga frío. Esa que hizo que te descubriera y de paso que me redescubriera (Que tantísima falta me hacía). Esa que me hizo darme cuenta del verdadero valor que tenía ese momento, del verdadero valor que estabas teniendo en mi vida.
Tú, mi mayor debilidad. Llegaste para quedarte y ahora, totalmente redescubierta, no quiero que te vayas. No quiero volver a sentir frío si no es contigo, no quiero más vacíos ni más camas medio vacías.
Tú eres mi debilidad, la que siempre estuve esperando y con la que me encontré de frente en un pasillo cuando ya no esperaba ni quería esperar nada de nadie. Tú, que abriste todas mis ilusiones y todas mis puertas. Ahora no las quiero cerrar.


Creo que una debilidad nunca fue tan buena. Nunca existió una debilidad que hiciera que tus ojos se iluminaran, y a día de hoy, después de tanto, sigues siendo mi mayor debilidad. 





                                                                            Anna

sábado, 27 de diciembre de 2014

Me echo de menos



Echo de menos despertar en mitad de la nada y sentir que lo tengo todo. Subirme al tejado más alto sin miedo, confiando en que al menos me quedarían seis vidas más si no lograse caer de pie.
Echo de menos decirme la verdad, asimilar mi vida de una maldita vez sin mojar la almohada. Sentir cada paso al frente sin importarme el de atrás, caminar con tacones sin doblarme un pie.
También echo de menos ser el maniquí del escaparate de mis sueños, ver pasar gente sin alma y sentirme orgullosa de la mía, tan poderosa que a veces le temo.
Ser capaz de cruzar la calle sin mirar dos veces, decidida; recorrer la última página de ese libro inacabado sin dejarlo para mañana.
Echo de menos estar llena de mí. Me echo de menos.

Eme.