Maldito tú. Tu pelo. Tu boca. Tu risa. Tú.
Malditas las horas que pasé sentada esperando a que una
parte de ti se atreviera a mirarme, aun sabiendo que no lo haría, aun sabiendo
que había dejado toda mi esperanza en el intento. Malditas mis ganas de salvarme y malditas las
tuyas de hundirme, de hacerme sentir como si Marte hubiera perdido su único
marciano, como si yo misma fuera un planeta vacío… sin frío ni calor sin ti. Maldito
el viento de tu pestañeo que se chocaba conmigo, advirtiéndome que nunca más iba
a poder traspasar tu barrera.
Maldita yo. Maldita la niña débil en que me convertí. Por
ti. Maldita cobarde creyendo que el amor iba a poder con todo. Contigo. Conmigo. Maldita valentía que nunca existió…
Pero aquí quién no es cobarde por amor.
Eme.
Demasiada perfección en tus palabras
ResponderEliminar